viernes, 13 de marzo de 2009

Yo no soy supersticiosa (dicen que es de mala suerte)

Miré mi calendario y sonreí, esta semana tendremos un “viernes 13”. No es que me burle de las supersticiones o que confié en mi buenaventura, la sonrisa fue una forma de expresar mis remembranzas varias con respecto a la suerte. Por paradójico que suene, me considero una persona afortunada por tener tan mala suerte; gracias a esto mi vida es muy divertida, yo vivo en modo “viernes 13” 24/7 y a veces, quienes son cercanos a mi tienen la oportunidad de compartir tan peculiares experiencias (aún en contra de su voluntad jajaja). Hablar de mi mala suerte y no mencionar a la rata Cócoro, sería casi, casi pecado. Ella, su mala suerte, mi mala suerte y yo hemos compartido momentos inolvidables (tanto, que ya hasta hay leyendas de que cuando nos juntamos es un peligro latente)

Con el único fin de amenizar sus ratos de ocio, he aquí algunas de nuestras más memorables vivencias al puro estilo Murphy.

De ronchas y estornudos.
Hay enfermedades temidas en este mundo, sobre todo por aquello de que pueden resultar en aislamientos tipo cuarentena por su alta contagiosidad. Y siendo así, ¿Por qué no tener influenza y sarampión al mismo tiempo? Total, se matan 2 pájaros (¿o ratas?) de un solo tiro. Lo mejor, que te de en otro país y tengas que darte a la fuga del hospital para que no te pongan en aislamiento extremo. Lo divertido, que antes de irte a vivir a otro continente, se hizo una fuerte campaña en México para re-vacunarse contra dichas enfermedades y tu no sólo te negaste rotundamente a ponerte las vacunas, sino que te mofaste de todos aquellos quienes fueron precavidos y aceptaron sin queja alguna sus inyecciones. Lo sarcástico, jurabas que a tu regreso confirmarías que tu decisión había sido correcta.

De borrachas y escasez
Siempre es bonito eso de darse el lujo de ir a bares nice, donde uno se la pasa bien tomando un par (o varios pares) de martinis. Lo no-nice empieza cuando te percatas que ya no tienes efectivo para pagar el estacionamiento y dada tu mala suerte, olvidaste tu tarjeta en otra bolsa. Tu rata acompañante se ofrece a pagar lo necesario, pero su cartera se empeña en no aparecer. El resultado, dos ratas sin dinero, con el carro secuestrado en el estacionamiento de un bar nice, a las 3 am en miércoles. Gracias a Dios aún existen los amigos caritativos que están dispuestos a cruzar la ciudad para pagar nuestras cuentas (aún estando en pijama y con los pelos parados).

De multas y funerales
Si la abuelita de una de tus amigas fallece, lo más normal es que salgas corriendo de donde estés para acompañarla en su duelo. Pasas por la otra rata y cruzas la ciudad sorteando el tráfico como toda una cafre para poder llegar a tu destino. Tras varias vueltas inútiles buscando la funeraria, decides pedir ayuda a una patrulla. Ironías de la vida: el patrullero pide una grúa para que te lleven al corralón por no tener la última verificación, que si tienes peeeero no encuentras el papel que lo avala. Cuando finalmente encuentras el tan buscado documento, el “polecia” te pide una disculpa y te dice –de haber sabido que iba a un funeral…. Y como es tu costumbre sarcástica, respondes – Es que tengo la mala maña de preguntar donde hay funerarias nada más para ubicarme. Resultado, las ratas llegan a su destino, escoltadas por una, o varias patrullas.

De limpieza y urgencias
Si tu mamá es obsesiva de la limpieza y tu casa está patas-pa-rriba, sabes que dejar que te visite sin hacer “operación maestro limpio”, no es la opción. Ambas ratas se toman el fin de semana para limpiar hasta el más oscuro rincón del depa y por supuesto, hacer perdidizos aquellos artículos no dignos de las visitas maternales. El recuento de los objetos “perdidos y encontrados” fueron 11 condones (todos nuevos y que “por seguridad” cambiamos de locación al cuarto del flatmate), 2 cajetillas de cigarros (una a la mitad y la otra completita… no crean que las escondimos pa q no se enteren de nuestros vicios, sino porque una cajetilla de 50 cigarros le da pena a cualquiera), una tanga roja depositada en el buzón de “quejas y sugerencias” que aún nos preguntamos de dónde salió, un anuncio de “se solicitan muchachas jóvenes para trabajo adulto, (y en letras chiquitas) de 4 a 6 clientes por turno” y un par de botellas de tequila (vodka, mezcal, vino barato, push pop) destinadas a emborrachar australianos. La visita fue un éxito. La desgracia fue que en el momento que los condones eran requeridos, nadie sabía donde estaban (así es, 11 condones nuevos extraviados en un departamento de 2x2). Departamento limpio, noche frustrada.

De Moet y somnolencias
El festejo en turno terminó a las 3AM y en el afán de seguir la fiesta, una rata decidió abrir su preciada botella de Chamapagne. Dato cultural: la botella estaba al otro lado de la ciudad en casa de sus padres, pero eso no nos impidió cumplir el objetivo y ya de paso, compramos algunas botanas gourmet para acompañar nuestra bebida (burritos lonchibon y papas). Al llegar al depa, nadie tenía llaves y la única persona que estaba adentro tenía el sueño más pesado que un hipopótamo y nunca nos abrió. No nos aguitamos, nos sentamos en el pasillo, brindamos y comimos burritos fríos, en mini-shorts, tacones altos, mapachazo y cabello esponjado y no obstante, cantamos a grito pelado el resto de la velada. Tip práctico: no importa cuán divertida estés, no pienses que la gente va a entenderlo, especialmente si sales a la calle, con el look antes mencionado, un domingo a las 8am.


Disfruten su viernes 13 y véanle el lado amable, aún cuando se topen con gatos negros, rompan espejos, caminen debajo de una escalera, les caiga sal encima, les barran los pies o abran un paraguas adentro de sus casas, es cuestión de un solo día.

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