miércoles, 23 de enero de 2008

Iniciando la Semana

Cuando te levantas a las 7am (cuando debías levantarte una hora antes) y de hecho sólo lograste abrir el ojo porque tu teléfono sonó amenamente al ritmo de pistolero durante 10 min, sabes que haz empezado el día con el pie izquierdo. Lo malo es que no te percatas del todo, pues tu despertador no ha sonado e ilusamente piensas -¿quién me llama a estas altas horas de la madrugada?

Contestas, escuchas un : –No me digas que te estás despertando, ya viste que hora es?, Tu segura de que sólo quieren molestarte, decides abrir el otro ojo para que no haya error alguno al ver la hora que tu despertador amablemente marca. –Las 5:20, eso ni siquiera se considera tarde!

Tras una discusión de 2 minutos sobre cual es la hora real, tu corazón se agita, tus ojos se abren (si, aún quedaban lagañas alrededor que no te dejaban abrirlos por completo), y de tu boca emanan las únicas palabras que pasan y pasarán por tu mente los siguientes 10 min, -Maldita sea! Otra vez se me hizo tarde!!!!

Sales corriendo de tu casa, vestida con lo primero que brincó de tu closet (arrugada pero siempre combinada), con peinado fodongo y sin una sola gota de maquillaje, lo que permite apreciar tus singulares ojeras. Cantas desafinadamente un poco mientras intentas safarte cual microbusera del aberrante tráfico citadino. Te toca un largo alto, tiempo que generalmente utilizas para divagar en cosas trascendentales como: “ tengo que comprarme unos zapatos negros”, “ya quiero que sea viernes”, “que guapo está el de a lado”, “que espanto de señora”, “¿quien usa esas blusas tan feas?”. Y así, sin avisar, estrepitosamente, llega un pensamiento que te invade….de estupidez, por que es de lo único que te puede invadir, una vez más olvidaste tu computadora en la casa….eso es malo, MUY malo, pero peor es que lograste recordarlo cuando ya llevabas medio camino recorrido. Ahora entras en controversia, no sabes si sentirte inútil por haber olvidado tu computadora u orgullosa por haberlo recordado (aquí tu ego entra y te dice que dada tu nula memoria este es un gran logro para la humanidad). Regresas a tu casa, cada vez es más tarde, recuperas tu lap, subes de nuevo a tu carro y sales cual Montoya en el autódromo, bueno tu carro no se compara, pero te gusta fingir demencia.

Después de horas en el tráfico, tres mentadas de madre (una inbound y las otras dos outbound), llegas a tu trabajo mas salva que sana, pero llegaste. Prendes tu compu (la culpable de tu mala suerte) y te topas con una serie de mails que tus compañeritos han mandado en donde, por azares del destino, tu eres culpable de algo que ni tienes idea. Normalmente te enojaría, pero entre tantos correos nuevos encuentras un juego de aventar a gonzo por un cañón, ríes tanto que decides que ninguna culpa prestada opacará tu mal día…. En el fondo amas los malos días, siempre te recuerdan que la vida es más sencilla y feliz de lo que todos creen, amas las pendejadas que te mandan por correo, amas tu trabajo (solo odias a la gente que trabaja contigo…. Ah, y a los pitufos), amas el trinar de los pajaritos en la mañana…. Un momento, “el trinar de los pajaritos????? Si, definitivamente las hormonas afectan nuestro cerebro, convierténdolo en una masa temporalmente (y asquerosamente) invadida por la melosidad reprimida en mese anteriores, es justo en este instante donde decides aceptar que a veces se vale ser cursi.

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