martes, 29 de enero de 2008

Memorias de oficina


Seis de la tarde con cincuenta y nueve minutos y yo sigo sentada en mi incómoda silla oficinista, heredada de tres generaciones y que, supongo, en sus tiempos debió ser una buena silla. Once horas han pasado desde que mi puerquecito se acomodó en tan ameno lugar el día de hoy y desde entonces no me he despegado más de 5 minutos de mi computadora último modelo, cuyo procesador es de última basura, pues cada que puede se queda pasmado cual estatua urbana (por que de que en algún momento reacciona no me queda la menor duda). Dadas las circunstancias y a manera de berrinche, he decidido hacer un recuento de mi vida laboral mientras Excel termina de tomar sus siesta acostumbrada.

Kilos de papel han desfilado por mi escritorio durante la semana, (o más bien durante varias semanas), facturas, boletos de avión, folletería, revistas de la industria, revistas de otras industrias, revistas de chismes, el libro vaquero (aún me pregunto como llegó eso a mi lugar). Y ni que decir de la cantidad de plumas adquiridas y perdidas en los últimos días, sabía que existía el monstruo traga-pelusa, pero acaso también hay un monstruo traga-tinta???? Pues es un verdadero misterio la capacidad que tengo de perder tantas plumas en tan poco tiempo. Será que mi mala memoria no me permite recordar que tengo un puesto ambulante de plumas???

En total he gastado 57 clips, 40 ataques declarados al compañero de a lado, 9 tiros fallidos al molesto de enfrente, 4 clips utilizados para organizar las cuotas de venta y 4 clips que hicieron las veces de pasadores en esas ocasiones donde mi cabello ha decidido tener vida propia.

La vida sin los post it debe ser muy aburrida, se han puesto a pensar que sería complejo escribir amenazas varias a tus compañeritos, frases célebres, notas mentales o mantener las puertas abiertas sin la existencia de este gran invento del hombre moderno. Definitivamente las hojitas amarillas revolucionaron la vida oficinista. Por cierto la última amenaza recibida a través del SMS rudimentario (Post it), fue un “en la oficina no soy Lupis”, pero esa es otra historia.

Mi jefe dice que antes de que yo llegará la gente era muy respetuosa y nadie tenía apodos, aunque yo digo que todos son unos mustios. Quienes solían ser Pedro, Ricardo y Luis; ahora son Changoleón, Beto el boticario y papá Grinch. Claro que tan honorables apodos han resultado en una serie de sobrenombres a mi persona pasando por Rata Gloria Chagoyán, Madame, wendy, www y a últimas fechas Lupis.

Los viernes solían ser un día como cualquiera, con la variación de la hora de comida que suele ser de 2 horas en promedio. La vestimenta requerida es formal, aunque es bastante patético salir a comer y ver gente en jeans mientras tu te ves como oficinista sin vida social. Comencé llevando pantalón de vestir y una blusa no muy formal y tacones; luego pase a playerita polo, pantalón semi formal y zapatos flat; pasado el tiempo me descaré y llegue en jeans aunque debo aceptar que intenté disimularlo con una camisa y unos tacones…. Pero como eso de ser hipócrita no es lo mío a últimas fechas llego con jeans playerita coqueta y tenis!!! Eso si, muy bien combinadita y hasta ahora no ha pasado de que me vean feo o de que algunos (85% de la oficina) se unan a mi estilo.

No puedo hablar de la oficina sin hacer mención de mi teléfono y mi correo. El primero suena todos los días con llamadas para mi, llamadas para mi jefe, algún perdido que cree que soy el conmutador, el despistado que no sabe a donde hablo y el típico que se equivocó de teléfono y afirma que yo debo saber en donde puede localizar a “Hilario”, bajo la insistencia que yo no entiendo que es una llamada de larga distancia. Casi olvido mencionar las llamadas de múltiples bancos en los que aseguran soy un cliente distinguido y que por ello me han autorizado una línea de crédito en su tarjeta más moderna. El correo electrónico es un poco diferente, cuando se tiene un jefe workaholic se pueden recibir más de 100 correos diarios (eso sin contar las llamadas a mi extensión, los sms a mi celular y las alertas al radio). Además de los correos del Jefe Gorgory (así es, ni el a quedado exento de apodo), están los chistes y tontería y media que llega con el único fin de distraernos de nuestras actividades laborales (y que por supuesto jamás leo ni re-envio.. ajaaa) y los correos que me envío con mis compañeritos para hablar mal de algún otro compañerito, para contar chistes, para darle continuidad a las amenazas de los post it, para exigir comida, para bostezar via email (hay que ser modernos).

Entre la vaca cleotilde (encargada de mis ahorros), mis revisteros y mi lap, está mi artículo favorito: mi ipod con todo y bocinitas. Quiza muchos no sepan, pero las ratas tenemos una selección musical bastante versátil, tan versátil que cualquier microbusero perdería en una competencia de canciones folklóricamente naquitas. Creerán que esto es suficiente para cualquiera, pero no, me regocijo cantando a Paquita la del barrio a grito pelado, bailando La plaga de Enrique Guzmán y amenizando los viernes con el Noa Noa del buen juanga.

Contribuyendo al post de la otra rata, puedo decir que las ratas tambien somos una especie (en peligro de extinción) de fauna oficinista. Así que si eres o conoces a alguien que se acerque a lo que una rata de oficina puede ser, no critiques, calla y aprende de las gurús en administración del tiempo libre, ó como diría la gente normal en pérdida del tiempo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

...EJEM... eso quiere decir que no me debo sentir mal porque la unica pluma que tengo se la robe a Mela?... (Hay que abusar de la niña nueva!!!) jajaja

Anónimo dijo...

AHHH si, y la pluma roja de mi bolsa!!! jajaja

Anónimo dijo...

No, para nada! al contrario, abusar de la niña nueva es parte del ritual para hacerla sentir parte de la empresa jajajaja